La mayoría de nosotros sabemos que en la Salvación, nuestros pecados son perdonados y Dios nos da vida eterna. Pero mucho más acompaña nuestra redención: recibimos una nueva naturaleza, poder sobre el pecado y una mente renovada. Sin embargo, estas cualidades requieren desarrollo, lo cual ocurre a través del conocimiento de las Escrituras, la sumisión al Espíritu y el esfuerzo diligente de nuestra parte.
Es buena idea evaluar periódicamente si nuestro pensamiento, actitudes y comportamiento están de acuerdo con el carácter de Dios y las verdades de las Escrituras. Además, debemos tomar nota de lo que absorbe nuestra atención. No es saludable sobrecargar nuestra mente con informes de los medios o entretenimiento que no refleje los valores de Dios. La exposición regular a dicho material puede producir fácilmente ansiedad, descontento e ingratitud.
El apóstol Pablo nos dio una vara de medir para ayudarnos a determinar qué es digno de nuestra atención. Dijo que nos detengamos en lo que es verdadero, honorable, justo, puro, amable, comentable, excelente y digno de oración (Filipenses 4:8). Con la ayuda del Espíritu Santo, podemos filtrar nuestros pensamientos a través de esta lista.
Así que pregúntate, ¿Qué llena mi mente? y dar prioridad a las cosas en estas categorías. A medida que sus pensamientos se alineen con los de Cristo, comenzará a reconocer lo que es correcto, bueno y sabio, y su vida reflejará más de cerca la Suya.
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Autor Charles Stanley.
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