sábado, 10 de octubre de 2020

NO SOY OBRA DEL AZAR

 


   Cuando observo con humildad y amor todo lo que me rodea: el cielo, los paisajes naturales con sus plantas y animales, los cambios de ambiente natural durante el día y la noche, la asombrosa sincronía del sol y la luna en su ciclo de movimientos, las estaciones, cuando observo mi propio cuerpo y a toda la gente que representa a mi amado y bendecido prójimo y lo bello cuando compartimos nuestro pan, trabajo, y sentimientos de hermandad: en paz y armonía, entonces llegan a mi mente aquellas enseñanzas en las cuales nos dicen que toda la tierra y su contenido, el universo todo, se formó de la nada, por el big bang, y gracias al largo tiempo, millones de años, todo ha evolucionado hasta lo que conocemos hoy. Siento un vacío en todo mi ser. 

   Tantas maravillas, tanta sincronía y armonía me ha hecho pensar, meditar y reflexionar, que lo anterior es una manera simple y fría de justificar el origen de todo lo que existe, nuestra inmensa ignorancia en el conocimiento del universo en su totalidad, nos hemos enorgullecidos del simple hecho de que hemos podido descifrar algunos principios y leyes que lo rigen, aplicarlas para explicar algunos de los fenómenos que vemos, hasta hemos logrado utilizarlos en la invención de algunos objetos y cosas, la misma benevolencia del universo nos ha hecho creer que somos dueños de esta maravillosa e infinita verdad.

   Siguiendo con mi reflexión, por ejemplo: cuando pienso en el nacimiento de un ser humano, desde su concepción; me asombro de ese soplo de vida que se apodera y se internaliza en él para hacer funcionar de una manera perfectamente sincronizada a todos los órganos de su cuerpo. Y qué tal si además de lo anterior, nos referimos a  esos dones intangibles que tendrá esa nueva criatura, como: el Amor y Paz, Misericordia, Alegría, Justicia, Inteligencia y Sabiduría, por mencionar algunos de tantos que posee el ser humano, y que forman parte de lo que llamamos nuestra alma, espíritu, y los cuales mostramos en nuestra acciones usando nuestro libre albedrío, y son los que nos impulsan realmente a vivir, en plenitud.

   Detrás de toda esta majestuosidad, no me queda duda de que si debe existir un Creador, tal como lo dice el libro de Génesis: Amoroso, Inteligente, Sabio

, Fiel y Justo, que, además, nos revela a través de su palabra, que su mayor interés es guiar nuestros pasos, para que logremos hacernos hijos suyos y semejantes a él. Todo esto me ha llevado a sentirme como un ser importante, con un gran propósito de vida, en este universo de cosas. Además, contrario al pensar común de la gente de no aceptar la verdad  acerca de la existencia de un Dios Creador, y dar más credibilidad a las teorías evolutivas donde el principal actor es el azar, siento más real, bello, hermoso, interesante, dejar en  manos de un Dios vivo mi existencia, con un verdadero propósito de vida, que en el frío e impredecible azar.



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